Shantala es una de esas cosas que cuando las conoces te enseñan algo fundamental que ya no olvidas nunca. ¿Alimentar a tu hijo? Sí, claro, pero no solamente con leche. Hay que tomarlo en brazos, acariciarlo, acunarlo, masajearlo… Parece que hoy en día en cuanto a nutrir a nuestros hijos, las mamás estamos mucho más que informadas. Les ofrecemos los mejores alimentos, les contamos cuentos por las noches, les sostenemos en brazos cuando lo necesitan… pero el masaje, ahí es adonde no llegamos, porque una cosa es aplicarle una crema o un aceite para que su delicada piel no se estropee y se mantenga protegida de agresiones y otra cosa bien distinta es el masaje.
No somos conscientes de que durante los meses de embarazo, nuestros bebes se desarrollan en un entorno completamente protegido y donde su piel se mantiene húmeda dentro del útero de la madre. Las semanas que siguen al nacimiento son como la travesía de un desierto. Ese contacto continuo, caliente y permanente desaparece para siempre y la sensación del bebé es la de haber descendido al mundo de la gravedad sin más contacto que el de algunas mantas y esos momentos íntimos con el pecho de su madre.
Todas las que hemos pasado por esto, y sobre todo si tenemos más de un hijo sabemos lo difícil que es a veces proporcionar todos los cuidados que necesitan los bebés por nuestra parte sin caer exhaustas en el intento. Por eso yo he querido trasladar la filosofía del masaje Shantala a diferentes momentos en la vida de mis hijas en los que puedo dedicarles un rato de contacto íntimo a través de masajes.
Como hacer el ritual
Lo que solemos hacer es elegir un día concreto para nuestro ritual, buscar un lugar íntimo que puede ser una cama, unas mantas en el suelo frente a la chimenea o unas toallas en el jardín si es verano. Después decidimos juntas qué música vamos a escuchar y la elegimos según nuestro estado de ánimo, pero suele ser algo relajante y tranquilo.
Para preparar la sesión, busco algún aceite orgánico y beneficioso para su piel, puede ser cualquiera que os guste, aceites vegetales puros como el aceite de almendras dulces, aceite de aguacate o de caléndula, y también podéis utilizar alguna mezcla con aceites esenciales.
Primero hay que calentar un poco de este aceite en un tazón al baño María si es invierno, si no es suficiente con frotarlo en nuestras manos antes de aplicarlo en su cuerpo. Para ello, tú debes estar sentada en el suelo y tu hija o hijo, tumbado boca arriba o boca abajo, como prefieras empezar. Puedes comenzar por la espalda, por las piernas o por los pies, como prefieras, pero deja la cabeza, el cuello y el rostro para el final.
Yo comienzo con una de mis hijas tumbada boca arriba y en braguita o un bikini, masajeando primero una pierna desde el pie hasta la ingle, a continuación la otra pierna exactamente igual. Después paso al estómago y la tripita, los brazos, los hombros y las manitas. Después se pone boca abajo y comienzo de nuevo por las piernas, gemelos y muslos, luego subo a la espalda y volvemos a colocarnos boca arriba y pone la cabeza entre mis piernas, yo me siento con las piernas cruzadas o sobre los muslos y ahí termino con un masaje de cuello, cabeza y cara. Al terminar siempre dejo un rato de reposo tapaditas con una mantita o toalla (unos 10 min.) y suelo tumbarme al lado de ellas ese rato.
No os puedo explicar con palabras lo bonitos y reconfortantes que resultan estos íntimos momentos, mis hijas se relajan hasta el punto de contarme cosas que nunca antes me habían contado. El Shantala me ha dado la oportunidad de mantener un contacto muy íntimo y especial con mis hijas que sólo se puede conseguir así, a través del tacto y de permanecer ese tiempo totalmente consciente con ellas. Es un ejercicio que a ellas las ayuda a comprender el vínculo madre-hija sin palabras, a través de las emociones y de una comunicación silenciosa que rara vez conseguimos tener con nuestros hijos en el día a día.
Shantala es una herramienta poderosa de conexión con lo que es tuyo, con lo que ha nacido de tus entrañas y te recuerda que hay vínculos que nada ni nadie puede romper. Es bonito ver cómo sus cuerpecitos se van relajando y cómo al final del camino sólo quieren estar con mamá para sentirse a salvo y colgadas en ti, como cuando estaban dentro del útero, flotando en la seguridad que les aporta el vínculo con la madre.
*Este masaje no es recomendable en bebés de menos de tres meses.
*Si queréis conocer un poco más sobre este tema, os recomiendo mucho este precioso libro.